Obiter Dicta y Ratio Decidendi
Para emitir una buena sentencia, el juez debe estructurarla muy bien para evitar confusiones. Debe presentar de manera clara los razonamientos que lo llevaron a tomar su decisión, fundamentándose en conceptos sociopolíticos, filosóficos, normas jurídicas y pruebas.
Existen tres principios fundamentales que guían a los jueces: obediencia (respeto por fallos precedentes), independencia (autonomía para decidir según el caso particular) y igualdad (resolver casos similares de manera similar).
Los jueces pueden apartarse del precedente (regla general creada por otros jueces) con argumentos legítimos o ilegítimos. Los ilegítimos incluyen ignorancia o desobediencia, lo que puede generar errores judiciales graves.
Importante: Un juez debe justificar suficiente y adecuadamente por qué se aparta de un precedente establecido.
Los argumentos legítimos incluyen la disanalogía (cuando el caso nuevo es diferente a los anteriores), obiter dictum y ratio decidendi. La disanalogía permite al juez apartarse del precedente porque el caso que está tratando no es análogo al anterior por algún aspecto que lo diferencia.
Como bien decía Carnelutti: "El Juez es, en primer lugar, uno que tiene juicio; si no lo tuviese, ¿cómo podría darlo a los demás?". El juez debe ser como una esperanza para quien siente vulnerado su derecho, aplicando principios de lógica y raciocinio.