El legado eterno de la princesita enamorada
Amparo no solo fue poetisa, sino también compositora y recitadora de fina sensibilidad. Junto con su esposo, el profesor Ángel Alvarado, creó himnos y canciones escolares, incluyendo el Himno de la Policía Escolar, por el cual recibieron Medalla de Oro del Rotary Club Internacional.
Su reconocimiento trascendió fronteras: en 1972 ganó un concurso literario en Arlés, Francia, con su poemario "Cáliz de Amor". Su obra figura en antologías poéticas de Perú, Argentina, Uruguay, México, Bolivia, Ecuador, República Dominicana y España.
Fue fundadora del Círculo Literario y Artístico Internacional del Perú (CLAIP), institución que funcionó 20 años fomentando el intercambio cultural con intelectuales y artistas de América y España a través de un boletín literario de su dirección.
Un final emotivo: Amparo falleció en Lima en 1992, pero pidió ser sepultada en tierra moqueguana. Sus restos descansan en un mausoleo construido especialmente para ella, reconociendo así a la poetisa más importante de los tiempos contemporáneos de nuestra región.
La obra de estos cuatro moqueguanos demuestra que el talento no conoce fronteras geográficas, y que desde nuestra pequeña región surgieron voces que transformaron la cultura, el pensamiento y el arte peruano para siempre.