La economía incaica
Imagínate un mundo donde no necesitas dinero para vivir bien. Así funcionaba el Tahuantinsuyo, donde no existían monedas, mercados ni tributos como los actuales. En su lugar, el Estado redistribuía la producción de alimentos y bienes entre toda la población.
El control vertical de los pisos ecológicos fue la base de este sistema económico. Los incas aprovecharon que en los Andes puedes encontrar desde costa hasta selva en distancias cortas. Establecían colonias en diferentes alturas: cerca al mar conseguían pescado, maíz y algodón; en la selva alta obtenían coca, frutas y plumas.
La redistribución garantizaba que nadie pasara hambre. Funcionaba así: la gente trabajaba para el Estado a través de la mita, y el inca "devolvía" esos productos repartiendo comida y bienes por todo el imperio.
¡Dato curioso! El aini era como pedirle ayuda a tu familia para construir tu casa, mientras que la minka era cuando toda la comunidad se unía para hacer un puente. ¡El trabajo en equipo era clave!
Además, los mitimäes (colonos especializados) cuidaban las tierras en diferentes regiones, asegurando que cada zona produjera lo que mejor sabía hacer.